Entre Dios y nosotros se encuentran los Ángeles. Ellos son Seres de Luz y Amor
que tienen la función de ayudarnos en nuestra evolución.
Estas presencias
divinas están dispuestas a colaborar y resolver cualquier tipo de cuestión que
nos aflija. La solución que ellos manifestarán será siempre una forma de paz y
armonía para todos. Si te encuentras envuelto en un problema de pareja, si no te
sientes feliz en tu trabajo, si tienes alguna dolencia física o cualquier otro
tipo de problemas, pide ayuda a los Ángeles. Ellos están listos para entrar en
acción y manifestar lo mejor para ti.
Ninguna entidad espiritual puede
intervenir en nuestra vida sin antes habérsele concedido el permiso para
hacerlo. Esto es debido a que tenemos libre albedrío; es decir, que podemos
elegir resolver todos los problemas por cuenta propia o bien pedir ayuda al
cielo.
Para invocar la ayuda de los Ángeles, hay que hablar desde el Corazón,
con profundo sentimiento y honestidad. No es conveniente pedir una solución
determinada porque quizás ésta no sea la más feliz; sólo debe ponerse el
problema en sus manos y confiar en que la solución que se manifestará será la
más conveniente para todos. La energía de los Ángeles es muy elevada y cuando
uno entra en contacto con ellos, se siente una profunda paz y alegría, y se hace
inevitable sonreír.
Cuando tengo que ir a algún lugar a negociar o pedir
algo, les pido que vayan delante de mí y que realicen la operación por mí. Así,
el tema ya estará resuelto cuando yo llegue.
Cuando estoy en conflicto con
alguna persona en particular, le pido a mi Ángel Guardián que hable con el Ángel
Guardián de esa persona, a fin de que juntos manifiesten lo mejor para
ambos.
Todo lo que hay que hacer para obtener su ayuda es pedir. El acto de
pedir nos lleva a ser humildes y a reconocer que solos no podemos resolverlo
todo. Cuanto más dominada esté la persona por su ego, menor será su disposición
a pedir ayuda. Aquellas personas que no saben pedir ayuda, tarde o temprano
comienzan a tener problemas en sus rodillas porque éstas representan nuestra
humildad y nuestra capacidad para arrodillarnos frente a otros. Cuando uno se ha
vuelto rígido a causa de su orgullo, el cuerpo comienza a sufrir.
Invoca la
ayuda de los Ángeles al comenzar el día y pídeles que manejen tu agenda y tus
actividades para hacer que tu día sea feliz y productivo
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