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jueves, 8 de diciembre de 2011

LA AYUDA A LOS DEMÁS

Nunca hay que ayudar a nadie que no nos lo haya pedido porque la persona puede no estar receptiva a nuestra ayuda. Cuando le hemos hecho un favor a alguien y luego esa persona no nos agradece o se muestra indiferente, nos está dando la pauta de que nos hemos equivocado, o bien la persona no necesitaba de nuestra ayuda o le hemos dado ayuda equivocada. Esto ocurre cuando intervenimos en la vida de alguien pretendiendo ser su salvador.
Una manera de evitar este error es ofrecer nuestra ayuda a quien pensamos la necesita y, luego, debemos retroceder para dar lugar a que la persona elija. Cuando la persona decide aceptar nuestra ayuda, entonces estará receptiva y sólo así tendremos éxito.
¿Hasta dónde ayudar? Se debe ayudar a los demás hasta el punto en que el equilibrio de nuestra vida personal no se pierda. Si vas a prestar dinero a alguien cercano, deberás prestar solamente una cantidad de tu dinero que no ponga en peligro tu economía personal. De lo contrario, si por prestar dinero dejas de pagar tus cuentas, sólo estás permitiendo que el problema del otro contamine tu vida. En esencia, si quieres que tu ayuda sea siempre efectiva, no deberás perder nunca tu equilibrio personal. Esto nos lleva a la siguiente conclusión: el sacrificio por los demás no sirven.
En general, los problema que cada uno de nosotros enfrentamos no son más que errores de conciencia. Existen en nuestra mente ideas equívocas que deben ser corregidas. Éstas tienen que ver con la falta o aceptación de lo bueno, con ideas de no merecimiento, con el nivel de la autoestima y con las culpas que arrastramos. Estas últimas son las más poderosas y generan las principales barreras para nuestra felicidad personal. Yo creo que cada vez que algún proyecto mío se demora o las cosas que deseo no se dan es porque todavía tengo que perdonar a alguien o perdonarme a mí mismo. Las enfermedades físicas tiene que ver con la falta de perdón, las deudas y la soledad, también. Siguiendo este concepto, si quieres ayudar a alguien verdaderamente, entonces no sólo tienes que brindar tu ayuda material, sino también el apoyo moral necesario para que la persona se libere de sus culpas y mejores su manera de pensar.

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