"El destino es como un medio de transporte, un barco o un tren al que os subís para dirigiros a una ciudad determinada. Supongamos que tomáis el tren directo a Niza: una vez habéis subido a él, iréis a Niza. Pero dentro del tren, tenéis sin embargo algunas libertades: dejar vuestro asiento, cambiar de compartimiento o incluso de vagón, pasearos por los pasillos, leer, dormir, contemplar el paisaje, no hacer nada o entablar conversación con otros viajeros, ir al coche-restaurante, etc. E incluso, si es posible, es mejor no lanzarse del tren por la portezuela. Sois al mismo tiempo libres y prisioneros.
De igual manera, habéis venido a la tierra en unas condiciones y con unos elementos determinados, pero sin embargo tenéis cierta libertad de acción y de movimiento. La cuestión está en saber qué uso haréis de estas posibilidades, porque podéis utilizarlas para liberaros o para limitaros aún más."
De igual manera, habéis venido a la tierra en unas condiciones y con unos elementos determinados, pero sin embargo tenéis cierta libertad de acción y de movimiento. La cuestión está en saber qué uso haréis de estas posibilidades, porque podéis utilizarlas para liberaros o para limitaros aún más."
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