Mediante este tratamiento se detecta la fuente que ocasionó el problema de comportamiento y se trabaja con el ejemplar en semilibertad, sin el uso de cuerdas o equipos para sujetarlos, sin emplear violencia, fuerza física, castigo o maltrato verbal.
Los problemas de comportamiento en los equinos adultos y jóvenes, cada vez se presentan con mayor frecuencia en los caballos de pesebreras, criaderos y explotaciones equinas. Los ejemplares lo manifiestan de diferentes formas indeseables y peligrosas, tales como difícil manejo, desobediencia, no trabajan eficientemente, no toleran el contacto con las personas, muerden, patean, no permiten que les pongan herraduras, ponen resistencia para entrar al camión o remolque o no se dejan colocar los aperos o equipos. Debido a múltiples circunstancias, que desembocan en estrés, terminan desarrollando estereotipas (llamados también vicios de cuadra o box).
Para mejorar los problemas de comportamiento y/o estereotipias, en muchos casos se han empleado diversos métodos y técnicas para corregirlos, a veces invasivos o agresivos, o que le generan dolor o maltrato a los ejemplares, pero en su mayoría sin resultados positivos o benéficos.
Etología viene del griego ethos (comportamiento) y LOGOS (estudio), es una subdisciplina de la psicobiología. Por lo tanto la etología es el estudio del comportamiento animal en sus condiciones naturales, para poder trabajar con las especies eficientemente en el mismo ambiente o en aquellos sitios construidos para su aprovechamiento o beneficio.
El fundamento del trabajo, es el pleno conocimiento de las actitudes y el comportamiento, en este caso la de los equinos, y en especial su interrelación con el grupo de animales en manada, es decir, en su estado natural o salvaje, en donde por ejemplo, la yegua más vieja y más sabia es quien dirige o lidera, y el resto de los integrantes la siguen sin cuestionar su mando o sin pretender reemplazarla. Así mismo, se sabe que la hija de la yegua líder es quien hereda este rango o se convierte a su vez en yegua líder al conformarse una nueva manada, igualmente en relación a los demás integrantes de la manada, cada uno juega un rol específico.
Por lo general los equinos son seres pacíficos y tranquilos, aunque existen algunos que por su temperamento individual, tienden a estar más alerta en el grupo que el resto, entonces están continuamente nerviosos, interpretan en todos los movimientos, peligros o amenazas y frecuentemente intranquilizan a los otros. En estos casos, es la yegua líder quien con su experiencia y sabiduría, determina eficientemente si hay que prestar atención a dichos comportamientos, controlarlos o simplemente no prestarles atención.
Respecto al comportamiento del macho, la función principal en el harén es la reproducción, aunque también la de proteger su grupo, cuidarlo y reunirlo cuando éste se dispersa. El reproductor interactúa con sus potros, jugando con ellos e incluso con los hijos de otros machos anteriores, y cuando se hace necesario, es quien enfrenta a los depredadores, arriesgando su vida para salvar tanto a las yeguas como a sus crías.
Es posible que dos manadas puedan convivir juntas pacíficamente, respetando sus jerarquías y su orden social y que cada macho dentro de la manada también respete las yeguas de los otros reproductores. Las disputas y rivalidades entre dos machos, serán ocasionadas principalmente por la posibilidad de perder su posición en la manada, por tanto, antes de que surja una confrontación, esta debe evitarse.
Todo lo anterior, los equinos lo logran a través del lenguaje corporal, movimiento de orejas, cabeza, patas, cola o todo el cuerpo en su conjunto, en ocasiones acompañándose con sonidos, vocalizaciones o llamados que sirven para reforzar el mensaje que quieren expresar. Actualmente los caballos siguen comunicándose de la misma forma, así se les haya cambiado su medio ambiente natural, pues actualmente viven en criaderos, cuadras o en pesebreras y, lo más frecuente entonces, es mantener a los caballos en estabulación o semi-estabulación. Por ende cada vez menos manadas están en libertad o semi libres y, las que existen, se hallan en regiones muy apartadas o de difícil acceso.
A los equinos se les ha llevado a actuar como individuos solitarios y dependientes, aunque su cerebro esté configurado para seguir un grupo, depositar su confianza y seguridad en los otros miembros de su manada y que los otros integrantes a su vez se sientan seguros con su compañía. Estas modificaciones básicas en las condiciones de vida natural de los equinos, han originado que cada individuo se vuelva un líder y a la vez un seguidor. A raíz de esto los problemas de comportamiento se expresen dependiendo del carácter y el temperamento de cada ejemplar.
El temperamento del equino en gran medida está condicionado por la raza; su carácter lo concretará el medio ambiente, la finalidad del ejemplar y el tipo de manejo, y actuarán ante los estímulos de acuerdo a su origen. Los ejemplares provenientes de razas de sangre fría que tienden a ser calmados, pesados, poco excitables o nerviosos, tienen reacciones más lentas ante los objetos o las experiencias nuevas, son menos impresionables, aceptan con más facilidad los cambios e, incluso, toleran de forma más eficiente el ser manejados o trabajados por diversas personas en el mismo rango de tiempo y. por lo tanto, pocas veces manifiestan problemas de comportamiento o estereotipias (vicios de estabulación, aerofagia, automutilación y balancearse repetitivamente dentro de la pesebrera).
Los caballos provenientes de razas de sangre caliente, por lo general tienden a presentar reacciones fuertes, es decir, son más asustadizos, nerviosos, su carácter es más impresionable ante objetos extraños y nuevas experiencias: si lo que se les presenta los altera, reaccionarán defendiéndose, posiblemente mordiendo, “mostrando las patas” o “mandando las manos” (porque en su pensamiento es lo correcto, puesto que esto significa “salvar su vida”), así la nueva experiencia no implique ninguna amenaza o riesgo para su supervivencia. Si la acción se torna repetitiva, llegarán a la agresión como última instancia, hasta volverla permanente o convertirla en una estereotipia, debido a estrés o porque dentro de su cotidianidad carecen de lo que era “normal” en su vida natural en manada.
Cuando los ejemplares vienen de la mezcla de diferentes razas de sangre, pueden expresar el temperamento de los unos o de los otros, o un poco de ambos, y debido a esto, es probable que si han adquirido un problema de comportamiento o estereotipia, pueda solucionarse con mayor certeza.
Al conocer el origen de los problemas de comportamiento de los equinos, el uso de la etología como herramienta para tratarlos resulta eficiente y asertiva, pues a través de esta, se reversa la mente del caballo a la fuente que ocasionó su actitud o a lo que las personas consideramos como comportamiento negativo, para lo cual, se trabaja con el ejemplar en semilibertad, sin el uso de cuerdas o equipos para sujetarlos, sin emplear violencia, fuerza física, castigo o maltrato físico o verbal. El “terapeuta” imita muchas de las acciones que la yegua líder ejecuta en condiciones naturales a través del lenguaje corporal, como son: indicarle al caballo el camino por donde debe ir; dónde debe detenerse; si debe continuar o avanzar; dónde beber agua o comer, y ayudarle a despreocuparse por estar siempre alerta. De esta forma el ejemplar deposita la confianza en el ser humano y se liberará de una u otra forma del estrés y la tensión que le produce el estar vigilado continuamente, algo que el caballo puede considerar como un ataque o un reto.
Una vez el especialista se ha ganado la confianza del equino, paulatinamente lo irá desensibilizando, haciéndole atravesar por diversos objetos, equipos y aperos. Así mismo, se equilibrarán sus reacciones para evitar que su energía se invierta o pierda inútilmente, y convierta las malas experiencias en acciones agradables. Así el caballo las interpretará en adelante como positivas y le permitirá a las demás personas que lo manejan, trabajarlo de manera eficiente, sin problemas y sin riesgos para la seguridad. Una vez el caballo ha entendido lo que se espera de el, todo su entorno se optimizará, pues acercársele, limpiarlo, herrarlo, aperarlo, trabajarlo y llevarlo por lugares desconocidos no va a volver a ser un inconveniente y, al final, se estará frente a un equino contento, relajado, tranquilo y que expresa y capitaliza todo el potencial positivo de su temperamento
Por Sandra Liliana Morales
etologiaequina@gmail.com
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Zootecnista U.L.S, Bogotá
Con entrenamiento en Programación Neurolingüística, Coaching y Control Mental