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domingo, 19 de junio de 2011

El Triángulo

“El Triángulo es la clave de la geometría y está en la base de la ‘sección áurea’, llamada también ‘proporción divina’. Sintetiza la trinidad del ser, como producto de la unidad del cielo y de la tierra, la suma del uno y del dos.”
DIANA Y KAROLUS

El número tres es universalmente fundamental. Expresa el orden espiritual de Dios, en el cosmos y en el hombre. Sintetiza la trinidad del ser, como producto de la unidad del cielo y de la tierra, la suma del uno y del dos. El simbolismo del triángulo corresponde al del número tres.
En algunas representaciones Dios se simboliza como un triángulo con un ojo dentro -el ojo que todo lo ve-, significando así esa síntesis trina que supone la unión de lo material con lo espiritual, arrojando un tercer aspecto que nace de la unión de los dos anteriores, y que le da el Poder. Ello le hace capaz de expresarse como ser espiritual dentro de un marco material.
Respecto a ello Platón expone en el Timeo que el triángulo equilátero simboliza la armonía , la divinidad y la proporción. Y que el hombre se representa con la división en dos de ese equilátero, convirtiéndose en un triángulo rectángulo. Su tarea es recuperar esa parte “perdida” mediante un tránsito de regreso, evolutivo, y restablecer al fin del camino el equilibrio perdido.
Para los cristianos Dios es uno en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; para los budistas, es la Triple Joya o Triratna: Budha, Dharma y Sangha; en el Egipto ancestral, el triángulo divino está formado por Isis, Osiris y Orus; en el hinduismo, la trinidad se expresa como Brahma, Vishnu y Shiva, los aspectos productor, conservador y transformador de la creación; el mantram “Aum” –frecuentemente pronunciado “Om”-, los tres estados de la manifestación o los tres Gunas: Sattva, Rajas y Tamas; los tres Reyes Magos de Oriente, símbolos de las tres funciones del Rey del Mundo en la figura de Cristo naciente: Rey, Sacerdote y Profeta, y sus tres ofrendas: oro –símbolo de la realeza-, incienso –símbolo de la pureza del sacerdocio-, y mirra –la resina más amarga… el don de la profecía-.

El Triángulo es la clave de la geometría y está en la base de la “sección áurea”, llamada también “proporción divina”. El triángulo perfecto o “sublime” es aquel que su ángulo superior tiene 36º y los dos ángulos de la base 72º. El 36 tiene una gran significación pues es un número que se encuentra -sea él o derivados de él- en infinidad de conceptos matemáticos, esotéricos y religiosos.
Sin ir más lejos, el frontón de un templo contiene un triángulo con 108º (36×3) en la cúspide, y 36º cada extremo de la base. Dichas medidas se  corresponden, a su vez, al número de oro o proporción áurea.

Maqueta del templo de Aphaia Glyptothek, Munich
Con la punta hacia arriba es un símbolo solar y representa la vida, el elemento fuego de la Alquimia y el sexo masculino, la potencia genésica, el “lingam” del Hinduismo. Es también una de las representaciones de Cristo para el Cristianismo. El triángulo con la punta hacia abajo es lunar y simboliza el principio femenino, la matriz, la Diosa, la Gran Madre, y corresponde al símbolo alquímico del agua y del sexo femenino, el “yoni” (significa matriz) del Hinduismo.
Para los alquimistas, existían tres substancias básicas para realizar la Gran Obra –convertir el “plomo” en “oro”-, el azufre, el mercurio y la sal. En la Alquimia el triángulo con la punta hacia arriba es símbolo del fuego, y también del corazón. Dicha conversión vuelve a contarnos una vez más la alegoría sobre la transformación de la materia simple en materia pura o noble: a través del corazón, símbolo de la manifestación física del Alma, y a través del fuego, símbolo del conocimiento superior, la sapiencia.
En la tradición judaica, el triángulo equilátero simboliza a Dios, cuyo nombre no puede ser pronunciado. El Sello de Salomón y el Escudo de David están compuestos por estos dos triángulos montados el uno sobre el otro, en forma de hexágono estrellado, representando la sabiduría humana, la expansión de la consciencia en el mundo manifestado.

Sello de Salomón
El Sello de Salomón, al igual que el Pentáculo,  a menudo ha sido vinculado con el satanismo y otras artes oscuras. Como venimos insistiendo en esta serie de posts de EBA sobre simbología, toda significación tiene su cara luminosa y su cara oscura. Debemos tener en cuenta que la oscuridad tiende a copiar todo aquello que procede de lugares luminosos. Es incapaz de crear por sí sola, pues no es fuente de luz si no ausencia de luz.
Como ejemplo, posiblemente muchos de ustedes habrán visto representaciones de este símbolo con un 666 inscrito dentro. El 666 se ha relacionado con la energía luciferina y todas sus vertientes. El 6 se entiende como la suma de dos 3. Tres en lo material, más tres en lo espiritual. El triángulo de arriba, unido al triángulo de abajo.
La Astrología Evolutiva nos lo explica a través del signo de Virgo. La energía de Virgo tiene como objetivo la purificación de la materia, primero, y la expresión espiritual a través de ella, segundo. Y no una o la otra, sino la una y la otra como unión indisoluble. Triángulo de arriba, y triángulo de abajo. El 666 no es más que 6 (3+3, equilibrio materia-espíritu) en el plano físico, 6 en el plano emocional y 6 en el plano mental. Triángulos dentro de triángulos como hologramas dentro de hologramas.
En el esfuerzo evolutivo del hombre por lograr esa suma, la consecución de ese “sello” -fijémonos en la connotación que tiene la palabra, pues un sello es algo que cierra o rubrica algo- hay desequilibrios y por tanto también manifestación de energía luciferina. Energía que fue puesta en la tierra para justamente trabajar como equilibrador y acelerador de la evolución del hombre. No por ello se puede afirmar que el símbolo es en sí negativo, mas bien se usa así interesadamente para enfatizar los entresijos de ese tránsito evolutivo, no siempre alegres, y confundirnos.
Para la Kaballah hebrea, el triángulo representa al espíritu, al Alma y al Cuerpo. En el Árbol de la Vida, los “sephirots” se agrupan también según un modelo de triangulación: lo inmanifestado, lo arquetípico o supraformal y la acción realizadora.

Árbol de la Vida, obsérvense la disposición triangular entre los Sephirots.
Para el Cristianismo, el ternario sirve para numerosas concepciones sistemáticas de ordenación: tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, o la tríada “amor, sabiduría, verdad”; para la dialéctica hegeliana: tesis, antítesis y síntesis… De hecho el tres o el triángulo es el número de la consumación: David vivió 33 años; Jesús murió a los 33 años; La Divina Comedia de Dante consta de 3X33 + 1 cantos; el rosario islámico consta de 33 cuentas o en la mitología hindú, 33 dioses expresan la perfección.
Tipos de Triángulos:

Triángulo inscrito en un Círculo:


Simboliza los arquetipos o modelos de las formas que han sido, que son y que serán. La eternidad reside alrededor de ellas, y desde ellas, el tiempo fluye como un arroyo, inundando los mundos (Plutarco).

Tres Triángulos entrelazados:


La unidad indisoluble de las Tres personas de la Trinidad Universal.

El Sello de Salomón:


“Cada analogía verdadera debe ser aplicada inversamente”, “lo que está arriba es como lo que está abajo, pero a la inversa”. Es la unión de los dos principios universales: masculino-femenino, luz oscuridad, muerte-vida, yin-yang… el equilibrio perfecto de las fuerzas complementarias, el aspecto andrógino de la deidad.
DIANA Y KAROLUS

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